viernes, noviembre 15, 2002

Política y cristianismo

Por María Pastora Sandoval C.
(Publicado en armonia.cl)



Chile siempre se ha destacado por ser un paí­s con muy poca corrupción. Según los especialistas, este fenómeno sucede en los países que históricamente han sido pobres. Pero, al parecer, nuestro progreso económico nos ha hecho presenciar, en el último tiempo, seguidos actos ilí­citos por parte de personas que forman parte del gobierno de nuestro país.

Existe la sensación de que la polí­tica es algo extraño, lejano de nuestro alcance y, además, de que es algo oscuro. Pero ¿qué es la política? ¿cuál es su fin? Según nos explicó Juan Francisco Lafontaine, cientista político e historiador, la palabra "polí­tica" viene del griego "polis", que significa ciudad-estado. Ésta representa a una unidad humana organizada y formada por leyes. La polis es una intrí­nseca condición del ser humano, a tal punto que Aristóteles llegó a decir que el hombre era un "animal polí­tico".

La política pertenece a la naturaleza humana, siendo la familia la primera unidad donde se ejercen derechos y deberes: es por eso que la polí­tica no es ajena a nosotros, puesto que la practicamos todos los dí­as. No es asunto de sabios ni eruditos, sino que de todos. La idea de una organización nacional es la proyección del hombre en su necesidad de vivir con los demás.

El fin de la política es el bien común y el polí­tico debe tener una innegable vocación de servicio. Es por eso que la perversión más grande en política es cuando se sacrifica al resto por el bien propio: lo que hoy conocemos como "corrupción", pues junto con la función que debe cumplir el polí­tico viene la tentación de lo que puede llegar a aprovechar para sí­ mismo. Es por eso, dice Lafontaine, que la corrupción ha existido desde siempre, sólo que ahora se sabe más de ella por los medios de comunicación.

Pero como cristianos ¿debemos participar? Por lo menos como votantes somos responsables de los representantes que tenemos y es por eso que debemos elegirlos. En cuanto a ejercer el poder, según Lafontaine, la polí­tica es la mejor oportunidad para proyectar el amor que Dios nos tiene, pues para ser político se debe ser "amante de la humanidad" y ¿qué mejor ejemplo de esto que el amor de Cristo hacia nosotros? Si se tiene la vocación de ser lí­der gubernamental y se practica según las reglas del Señor, es otra manera de glorificarle, buscar el bien de los demás y ser luz del mundo.

Si siempre ha sentido que la política no es para usted, que todo lo que tenga que ver con ella es perverso y que es muy lejana, se equivoca: cuando usted pone reglas como padre e impone castigos está haciendo polí­tica en la unidad más pequeña, que es la familia. Y si siente una gran necesidad de ejercer el servicio público, entonces allí­ también, y con mayor razón, puede dar testimonio del amor de Dios.


Opiniones
"Es la posibilidad de decir que sí a todo lo que se debe decir no".
José Moreno

"Hoy la polí­tica se ha tergiversado y se ha tomado para ganancias propias y personales. Para mí la política es un estilo de liderazgo, debe ser ejercida por quienes tienen la capacidad de influir en los demás. Creo que el pensar que la políticas no es para los cristianos no es correcto, incluso creo que la polí­tica, ejercida de una buena manera se puede llevar a cabo dentro de las iglesias."
Rodrigo Toledo

"Es una red de corrupción donde todo vale incluso la muerte de una persona..."
Angelik

"Es el ejercicio del poder, usado tanto por el presidente como por nosotros mismos, ya que considero que toda acción humana es polí­tica, aunque esto sólo se refleje en las autoridades públicas. Es un concepto amplio que nos atañe como colaboradores de las decisiones del gobierno mediante nuestro voto (derecho a sufragio)."
Marcos



Estadí­sticas...

Ante la pregunta "¿qué es la polí­tica para usted?":

Un 70% habló mal de la política y los polí­ticos.

Un 26% dijo necesaria la intervención de los cristianos.

Un 13% cree que la fuente del mal en política es el amor al dinero.

Un 13% nombró la palabra "corrupción".

Un 9% siente que se aprovechan de quienes confí­an su voto a ellos.

Un 4,3% cree que no es asunto de cristianos.

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