(Escrito para la cátedra de Géneros Periodísticos III)
Esta mañana el Presidente Ricardo Lagos anunció un cambio en su gabinete. Sólo se limitó a anunciar su decisión, sin dar nombres. Se sabía que dejarían su cargo de dos a seis ministros.
Durante la tarde ya se anunciaron cambios: la ministra de Relaciones Exteriores, Soledad Alvear y la ministra de Defensa, Michelle Bachelet, serán reemplazadas por Ignacio Walker en Cancillería y Jaime Ravinet, quien hasta ahora estaba a cargo del ministerio de Vivienda y Urbanismo.
Además, otro de los cambios anunciados por el ministro Vidal fue la remoción del ministro de Mideplan, Andrés Palma, quien será reemplazado por la actual intendenta de la Tercera Región, Yasna Proboste. En Vivienda asume la actual subsecretaria Sonia Tschorne.
Un cambio de esta magnitud provoca infinidad de reacciones e hipótesis. Según el Presidente, es una decisión que va en miras de los intereses superiores del país y reconoció el excelente desempeño de los funcionarios que se despiden de sus cargos. Aludió que "se han producido ataques injustificados y situaciones que no están a la altura de lo que Chile necesita, y que amenazan el buen funcionamiento del Gobierno y del Estado". Pero como todo acto político busca, en definitiva, beneficios electorales.
La decisión que tomó Lagos es una clara muestra de aprobación hacia las candidaturas de las presidenciables Bachelet y Alvear. La imagen potente de estos personajes dará a la campaña de la concertación más peso y respaldo, además de la tranquilidad de no recibir ataques de la oposición por estas prácticas.
Por estas razones, la oposición ha calificado este acto del Gobierno como "una movida electoral". Jovino Novoa señaló que "el país está defraudado" y que los problemas no se han solucionado. Joaquín Lavín acusó que el Gobierno vive en un "desorden" y espera que el cambio sea para solucionar conflictos como el de la delincuencia.
Como es sabido, existe el acuerdo tácito entre la coalición que esté en el poder, en este caso la Concertación, para que haya una proporción equivalente entre el porcentaje de votación de cada partido y la proporción de partidos que forman parte del Gabinete.
En este caso, el Presidente compensó la salida de un PS y un DC con personas de ese partido. Pero también se preocupó de que la proporción de mujeres no mermara. Este detalle magistral da un panorama de la habilidad con la que el Gobierno está manejando su imagen, sobre todo frente a las mujeres. La idea es que la mayor cantidad de personas quede contenta, excepto quizás Andrés Palma que tuvo que ceder su puesto para dárselo a una mujer. Sin duda que el panorama que presenta el Gobierno da cuenta de las estrategias para obtener saldo electorales que le permitan seguir siendo la primera fuerza política del país.
miércoles, septiembre 29, 2004
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